🌍 Click here to translate this chapter into your language.
En la actualidad: 13/11/2017
Hace mucho tiempo…
Hace tanto que ocurrió todo…
Y sin embargo, aún lo siento vivo en la piel.
Ahora veo mis heridas. Las reconozco.
No me doy por satisfecha.
Me noto apagada, sin luz…
Apagada por dentro.
Esas ganas de arreglarlo todo con amor...
¿Una locura? ¿Una tontería? ¿O ambas?
Quizás sí. Quizás no. Pero eran tan reales para mí.
No puedo ser yo misma.
No puedo gritar lo que siento.
Tengo hambre de cariño.
Necesito sentirme especial.
Y sin embargo… no paro de repetirme cosas feas, crueles… como si buscara castigarme.
A veces me pregunto si lo que siento es amor… o una obsesión.
Tengo tanto miedo de perder el control,
de que la locura me atrape...
Prefiero herirme a mí antes que dañar a los que me rodean.
Hay días que son tan duros…
No soporto el dolor que me oprime el pecho.
Siento que me ahogo, que voy a estallar.
Siento que la depresión me sigue como una sombra,
como una fuerza que quiere arrastrarme con ella.
Entonces me siento en un banco.
Observo, respiro hondo, miro el cielo…
Camino, suspiro…
Intento contener las lágrimas, fingir que estoy bien.
Ayer me llamó el señor X.
Me dijo que me quería.
Solo que se le olvidó decirme que lo que en realidad quería...
era llevarme a su cama.
Una cama cómoda, quizás.
Pero no era la que yo soñaba.
“Es solo sexo”, dicen.
¿Solo eso?
Tal vez ahí esté el problema…
Yo no quiero que me usen.
Yo quiero que me quieran.
En todos los aspectos.
Y si me llevan a una cama,
que sea porque van a hacer el amor conmigo,
porque me ven con ternura, con deseo real.
No porque yo sea la solución de una urgencia ajena.
Me gustaría gritar.
Romperlo todo.
Días después me llamó el señor N.
Le quería… o eso pensaba.
Pero...
¿cómo se sabe si se quiere de verdad
cuando ya te han hecho sentir solo un trozo de carne?
Desde el primer día, él me encantó.
Pero me dio miedo. Y huí.
Ahora solo pienso que tal vez, algún día,
llegue esa persona que tanto espero.
Esa que no me hará huir… ni dudar.
Pero mientras tanto, ese nudo en el pecho no me deja dormir.
Es como un monstruo callado que se me cuela en la noche.
Deseo de corazón que el señor X, pese a todo, encuentre su camino.
Y que el señor N, si alguna vez llega a saberlo,
entienda que me importó más de lo que jamás pudo imaginar.
Ahora que se acerca el invierno,
siento que me desmorono poco a poco.
Y aunque tengo miedo,
sigo luchando con esto.
Tengo una necesidad inmensa de confiar ciegamente en alguien,
pero el mundo me ha enseñado que eso… duele.
Duele mucho.
Joder.
Cómo duele.
Y aún así…
me aferro a una idea que me da esperanza:
Que si esto pasa… si consigo salir…
viajaré.
bailaré.
escribiré.
me volveré grande.
Y por fin dejaré de sentirme así…
tan pequeña.
¿Lo conseguiré?
✨ 2005
Cualquiera que mirase a esa cría...
se habría quedado fascinado.
Tenía un carácter único.
Hacía lo que sentía.
Lo que quería.
Sin importar quién tuviera más poder.
No conocía el miedo.
¡Qué loca! ¡Qué graciosa!
¡Qué imaginación tan infinita!
Se construyó una mansión detrás de un sofá viejo.
La llenó de juguetes y declaró que era su castillo.
Para entrar, había que superar pruebas.
Casi nadie lo lograba.
Vestida de blanco, fingía casarse con el chico de sus sueños.
Aunque delante de ella solo había una pared.
Para ella… era un altar.
Y cuando sonaba el teléfono, salía corriendo.
Quería contestarlo.
Esperaba que fuera papá.
No lo recordaba demasiado.
Solo que viajaba.
Pero hablar con él…
la hacía tan feliz.
Le contaba sus cosas, sus secretos.
Y siempre pensaba:
"Papá es el mejor. Vendrá por su princesa."
Una noche, acostada junto a mamá,
empezó a hablar sobre él.
Y entonces, rompió en llanto.
—¿Nos ha abandonado? ¿Es que ya no nos quiere?
Lloró casi toda la noche.
Pero al día siguiente…
volvió a brillar.
A reír.
A ser una pequeña guerrera.
Sus amigos tenían miedo de volver a casa con malas notas.
Sabía que si lo hacían… les pegarían.
Ella no podía permitirlo.
Falsificó firmas.
Hicieron un pacto.
Nadie se delataría.
La querían.
No era la más disciplinada, pero esa rebeldía la hacía única.
Ayudaba incluso a los que alguna vez la traicionaron.
Y un día… la mandaron al psicólogo.
—Es hiperactiva. Tiene que tranquilizarse —dijeron.
Ella solo pensó:
“Maldita psicóloga envidiosa. Digo lo que tú callas.”
Raros.
Adultos raros.
Se repetía a sí misma:
“Nadie como yo. Campeona, como papá.”
Se sentía invencible.
Odiaba las Barbies.
Amaba los ositos de peluche.
Soñaba con cambiar el mundo.
Pero el tiempo…
el tiempo empezó a robarle todo.
Su mundo se fue cayendo.
Poco a poco.
Y fue en la adolescencia cuando todo explotó.
Donde los miedos se hicieron grandes.
Donde la injusticia pesó más.
Donde lloraba…
mucho.
—¡Son los monstruos! ¡No quiero dormir! ¡Vendrán a por mí!
Una noche se escondió bajo la cama,
abrazada a una sábana,
creyendo que así estaría a salvo.
Cuánto miedo.
Cuánta inocencia usada contra sí misma.
Cuánta imaginación desperdiciada en el dolor.
La adolescencia fue otra etapa...
¿Consiguió escapar?
🌫 Más lejos de la actualidad… pero a la vez tan cerca
¿Me hablas a mí?
Otro día más.
Otro cambio más.
Otro movimiento.
Hay miedos —por no decir muchos— que se han ido.
Ya no están.
Y eso es un alivio.
Como siempre, ahí está Cristian,
esperándome en el coche.
No sé por qué lo hace.
Si me encanta conducir a mí.
Le gusta picarme con eso de “quién lleva el control”.
Y sabe que me enciende cuando conduzco.
Siempre acaba cediendo.
Faltaría más.
Cree que con eso ganará espacio en mi cama.
Ay, Cristian…
¿Qué voy a hacer contigo?
Si supieras mi pasado…
Pero ya, ¿qué importa?
He aprendido a disfrutar del viaje.
De la gente.
Del trabajo.
A descubrir lo que me gusta… y lo que no.
Cristian es una interrogación en mi vida.
El amor… ese amor que siempre ha sido tan importante…
es también lo que me hacía débil.
Y detesto sentirme débil.
Lo evitaba.
Llegué a ese lugar.
Mi lugar.
Donde yo tengo el mando.
Allí estaban Chanel y Cloe, sonriendo.
Con esas caras de haber tenido otra de sus noches locas.
Lo supe en cuanto las vi.
Y supe también que ese día…
me esperaban nuevas aventuras.


Comentarios
Publicar un comentario